Quiero verte riendo
soñoliento despertar frío,
no me dejes sólo,
por ti apuesto y porfío,
que desde lo más alto del mundo
reciba presto tu humareda,
ya no puedes esconder...
desenterrarás el hacha de guerra.
Vencer o morir,
pero siempre en combate
orgullo pueril, detonaciones certeras
carne quemada aquí, en la hierba
noche de espantapájaros
noche desalmada y negra,
de huellas a ningún lugar
por donde cabalga tu cabellera.
El señor de la tierna espada
postrado está al precipicio,
si amanece tan raso
los tantanes suplicarán a gritos,
resiste por inconsciencia
porque le arrastra la manada,
tiene las manos sin encallar
y virgen la navaja,
guíale sol, guíale
quiere salir del lodo,
huye del desvarío
mas sabe que la locura le dará alcance.
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