Derrotado y sin alegría me hallo amor,
en esta espera la que tu provocas,
ya no siento tu ausencia sólo el dolor
que me doblega e inundándome la boca,
salpica la ira que acumula el rencor,
consuelo del barrunto que tú invocas,
quédate con lo labrado mi sudor
y dejáme morir en lo que tocas,
tu ceguera que niega y conmemora,
el tronar atizado en lo que ignoras,
un jardín que anhela lo exuberante,
y mi corazón que camina errante,
con un estallido atroz sin demora,
ya fenece en una herida sangrante
cuando tu risa consumía a la aurora.
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