Un hijo mata al padre en plena calle,
¡que dolor de hijo!,
¡que dolor de padre!
Transeúntes que horrorizados
manifiestan con asombro,
que conocen al hijo,
que sabían del padre,
la sangre sale como un río,
a las manos del hijo,
del corazón del padre,
el cuchillo con hoja de amargo,
permanece inconmovido,
de acero cabal, definitorio
en el regazo del hijo,
en el óbito del padre,
vástago que procreé demoledor,
para matarme en una acera,
tronco espeluznante que amenaza...
padre nuestro que estás en los cielos.
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