Las tres Heridas

sábado, 1 de agosto de 2009

AUSENCIAS


Estos segundos que me asisten
son los mejores que conozco.
Por eso me atrevo ha usurpar el alborozo
que no habitará por nunca en mi garganta.
Por los siglos no necesarios, sacrifico
al mismo juicio final,
tened en cuenta, ¡ay sagrada voluntad!,
la tempestad, en tempestades ahogada.
Se han muerto mis amigos
todos con vida,
y tanto los quise, hoy recuerdo sus voces
en mi soledad reflejadas.
Que sólo me quedo,
sólo ante mí sólo,
sin un reproche...
una duda me viene arrebatando
el sueño del que aún dispongo.
Y solicito la pulcritud del adiós
a mi enemigo arrepentido,
perdonadme campos fertilizados de guerras
no me visteis llegar nunca,
pues los muertos no enarbolan estandartes.
Soy de un lugar exactamente inconcreto
donde no llega ningún remedio,
la salvación del hombre,
condenado al aviso tardío
siempre subí al tren equivocado.
Soy de un lugar donde crece la hierbabuena,
donde se secaron los ríos más briosos
y el toro sale a la plaza engañado.
Soy de un lugar donde no despiertan las fuentes.
En estos segundos se me ha muerto
Dámaso,
queda ya Rafael tan sólo,
se me ha ido con la ira y sus poetas
Federico en su piano,
Miguel apedreando a la luna,
le esperan.

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