Las tres Heridas

domingo, 19 de septiembre de 2010

ESTO FUE


Apenas un recuerdo, un vago sueño
de pasados domingos sin iluminarias
donde los camareros se aburrían
en establecimientos de segunda categoría.

Todo lo demás es un recuerdo nostálgico
de prensados días escolares
en el juvenil guardapolvo de los lunes.

Un sueño escaso de lluvias impares,
de noches inconclusas en mi pijama a rayas,
de furtivas huidas sin permiso
y, quizás, de algún funeral sin esperanza.

Años cautivos que huyeron de nosotros
a través de uno textos donde puede leerse:

Hoy no llueve... Domingo...
Quizás mañana muertos...
Mi padre me ha pegado...
Ya no hay amor... La una menos diez...
Huimos...
Y huimos para siempre.

José Antonio Labordeta

lunes, 13 de septiembre de 2010

Lluvia, "Para Elena sin prisas"


Tan cerca estabas,
en el monte que que proveía,
la viña del abuelo
supo de ti,
de tus deliberaciones.
Mañana de niebla, la marisma
invoca y alimenta en los días perdidos.
Pero cada vez que pasabas,
¡oh maravilla!,
las cosas cambiaban,
todo era diferente,
seguidamente el cielo
se abría de par en par
y cogía en su seno
la fortaleza recobrada,
el ánimo perdido,
y todas las llamadas del mundo.
A la salida de la escuela
un día entero, y otro...
tantas veces dejaste al panadero indeciso
mientras padre con la azada a cuestas,
se peleaba con los designios
de la naturaleza.
Y tras tu marcha requerida
siempre tardía, igual que tu llegada
dejabas un olor de futuro, de vida
gorrionera cobardía
y el horizonte se tornaba en siete colores,
sabes bien que si no llegas
... me niegas el arcoiris.

sábado, 11 de septiembre de 2010

HIJA DE LA CARRETERA


Campos de miscelánea,
que regaláis siesta,
si, llano y cuesta
alabarda de borrico cansino.

Cadenas chirriantes
la guerra,
zumo óleo que la espabiláis,
pintura ácrata de reclamo embriagado
pone clavo y alambrea,
en la noche más criminal.

¡Que socavón, la cuneta!,
cual gigante en desequilibrio
que caído adquiere,
su valor alquilado.

Tú sabes que comer cuesta,
por eso pinares quejumbrosos,
troncos mudos y solemnes,
yo protestaré al hambre epidérmica
y aunque quisiera,
no podría sostener, tu pesada cruz
que danza.


lunes, 6 de septiembre de 2010

SI PUDIERA


Si pudiera,
te daría savia de nuevos tallos,
cuatro cisnes con ojos de niños,
por eso me cuido
de no pisar las junqueras.

Si pudiera,
ser la espiga que adormece la luna,
viento sin reproche de testigo
que eleve el sudor del hombre,
o simplemente pasea ante las arrugas del otoño.

Si pudiera,
te daría mi vida entera,
la lucidez de los trigales, más allá
del granizo que arde en la palma de tu mano
cubierta de amapolas que escuchan,
... si pudiera.