Cruzando esta ciudad cruzando estáis mi vientre.
Mi cuerpo es su calzada, los dos nos poseemos
la quiera o no la quiera, me encuentre o no me encuentre.
Si la ofendéis a ella me resultáis blasfemos;
si vertéis en la acera vuestra saliva dura
ensuciaréis mi médula, me dejaréis deshecho,
y cuando entráis al templo con la camisa impura
irrumpís en la honda catedral de mi pecho.
Sé que nació en mi parto, que de mi carne mama
y por eso perdono, dejo todo, la sigo.
Sé que habremos de arder en la misma alta llama,
ya que somos cercados por un mismo castigo.
Y su perfil urbano, que es mi encefalograma,
conmigo acabará cuando acabéis conmigo.
comprate 1 euro de bosque y pierdete en el
ResponderEliminarGracias por tu comentario anónimo, decirte solo:
ResponderEliminarQue al viento quieres elevar tu vela,
cumplirte en las raices de este parque,
pasar desde el sigilo de este cruce
hasta una actualidad en la que el tiempo
grave no grabe irremisible huella.
Libre al aire de mármol dar tu cara.