Si un día vienes encendida de invierno,
y llegas para quedarte a mi vera,
renunciaré al vástago dejado tierno
en la aldea donde ríen las calaveras,
date prisa que nos mira el averno
y un asta se lame en la tarde su cera,
se descuelga un presagio sempiterno
como nieve negando nuestra cordillera,
de un tiempo que se nos va desganado,
de hallar a lo limítrofe enterrado,
somos lo tenue en el color nacido
de un almanaque roto y envejecido,
que nuestro amor anhela esclavizado,
junto al reloj de lo humanamente defendido
una pasión cautelar de enamorado.
Qué facilidad para atrapar palabras y moldearlas a tu antojo.
ResponderEliminarSiempre es un placer y un lujo leer estos poemas.
Gracias Luís.
Besos.
Querido amigo:
ResponderEliminarTu lenguaje -como siempre- es exquisito, delicado, ambrosía para el profano... Es una delicia para mi anhelante paladar, degustar tus palabras.
Un abrazo, y un beso poeta.
Menos dolor y angustia..., menos pena y desconsuelo y, mucho más amor, bienenstar, tranquilidad y esperanza en éstas letras.
ResponderEliminarPrecioso el poema, amigo Luis.
Un abrazo, maestro.
Gracias Taty por tus palabras de aliento, quiero que sepas que tras los cristales y envuelta en azogue duerme mi ángel benefactor.
ResponderEliminarUn beso para ti, y otro para Pablo y Matilde.
Luis.
Yo no tumbo cañas,
ResponderEliminarlas tumba el viento,
que las tumba mi amiga Lola con sus movimientos.
Un beso y un cañaveral para ti.
Luis.
Gracias María por tus palabras, y que el aire nos sea común desatando lirios.
ResponderEliminarUn beso grande.
Luis.