Han crecido tanto los álamos,mi vida,
que el pájaro matutino sufre de vértigo,
la sombra se ha perpetuado en el espejo
y las hojas apenas llegan al suelo.
En todo lo que toco respiras,
mi vida,
sé que estás observándome, desde la tierra callada
musitando afanes, esplendor
de lilas varadas con un dolor profundo.
Te siento tan cerca de mi,
mi vida,
que en mi alegría convido a turrón del duro
al podenco desdentado, corro en busca del indicio
demoledor y tu distancia.
Te amo cada minuto del día,
mi vida,
tanto que me duele y agota, persevero
el el área que es tu cintura de azafrán,
medro en la rama de tu singladura,
en el vahído de la fruta sepultada
y aligero a los niños de su pereza,
en todo lo que vivo estás, en todo
lo que muero te encuentro.